Lo
primero que siento en el contacto de nuestros labios es el calor de su piel
contra la mía. Lo segundo de lo que me percato es de lo blandos que son y cómo
parecen amoldarse a la perfección contra mi boca. Y lo tercero es lo mucho que
me gusta esta sensación y me pregunto cómo es posible que haya podido aguantar
tanto tiempo sin hacerlo antes. Así que, después del contacto inicial, que apenas
dura unos segundos, resurjo de mis cenizas como un ave fénix y le agarro por el
cuello de la camisa para acercarlo más a mí.
Me
da la sensación de que él ha estado midiendo cada paso, porque siento cómo se
relaja contra mi cuerpo en un suspiro de satisfacción al reconocer mi respuesta
positiva.
Nuestras
bocas se exploran, jugueteando con las lenguas. Los labios se acarician, se
pellizcan. La reacción química producida por la mezcla de nuestras salivas es
una bomba explosiva que me llena la boca de algo maravilloso.
Me
siento yo de verdad, liberada de todos esos miedos y prejuicios que nos hacen
ser menos como nosotros mismos y más como pensamos que los demás esperan que
seamos. Es una sensación tan llena de paz, profunda y liviana al mismo tiempo, que
creo que si él no estuviera sobre mí impidiéndolo, estaría flotando ahora
mismo.
Estoy
tan inmersa en el beso, en las sensaciones que este me produce, que el sonido
de mi móvil sonando me resulta como un jarro de agua fría sobre un fuego
crepitante. Lucas gruñe contra mi boca, alargando varios segundos la separación
de nuestros labios. Pero, finalmente, se levanta y se sienta a un lado. Estiro
el brazo y busco el bolso, que se encuentra en el suelo, en un lateral del
sofá.
Contesto
sin mirar quien llama.
—¿Si?
—Mi voz aún suena ahogada por los besos.
—¡Leeeeen! ¿Para qué coño quieres
el móvil? —me
grita Laura desde el otro lado del auricular—. Llevamos horas escribiéndote al whatsapp
y no contestas, so perra.
—Pues,
si no os he contestado, será que estaba ocupada. ¡Joder! —respondo de malas
maneras.
—Oye Leni, no te pongas así, que solo
estábamos preocupadas por ti —me dice ella en tono conciliador—. ¿Qué estabas haciendo?
—Ayyy
—gruño—. Ahora mismo no puedo hablar, ¿vale? —Miro de reojo a Lucas que me
observa con una mezcla de frustración y deseo en los ojos—. ¿Querías algo?—pregunto
impaciente.
—No, bueno. Era para decirte que hemos
quedado todas a las nueve en el Deluxe, ¿vale? —Hace una breve
pausa—. Ya nos ha contado Sof lo del
doctor Martín.
—Eeeeh,
vale. Sí. Nos vemos allí.
—Vale, anda. Ya nos cuentas luego.
—Sí,
ciao.
—Adiósssss, perri.
No
he soltado casi el teléfono cuando Lucas se abalanza sobre mí de nuevo.
—¿Quién
era? —me pregunta al tiempo que me da suaves mordiscos en el cuello.
—Era
mi amiga Laura —respondo en un ronroneo, cuando sus labios dejan de hacer
virguerías sobre mi piel.
—Mmm,
y ¿qué quería? —Él parece muy concentrado en las partes de mi anatomía que no
están ocultas por mi ropa.
—Saber
si iba a reunirme con ellas a las nueve
en un sitio al que vamos mucho.
Sigue
besando, mordiendo, probando mi piel mientras yo me restriego contra el cuero
del sofá a causa de las sensaciones que esto me provoca.
Al
girar la cara hacia el televisor para ofrecerle el otro lado de mi cuello, veo
que el reloj digital marca las siete y media, lo que me hace salir del trance
lujurioso al que este hombre me está sometiendo.
—Ay,
Lucas. Espera. —Le aparto con suavidad, empujándole por los hombros.
—¿Qué
pasa? —pregunta él intentando evitar mi empuje.
—Para,
que tengo que irme.
—¿Irte?
—repite él alarmado—. No, no. Ni de coña.
—Sí,
sí. Para, por favor. —Lo empujo un poco más fuerte y, finalmente, se aparta de
mí por completo.
—¿Por
qué tienes que irte? —me pregunta él con un tono de voz un poco infantil.
—Porque
he quedado —sentencio mientras me levanto y recoloco mi ropa.
Él
me mira desde el sofá mientras me bajo un poco el jersey de punto fino que
llevo y cojo el bolso y el abrigo.
—¿Me
das tu número de teléfono? —me pregunta.
—Nos
vamos a ver el lunes en el hospital —contesto riéndome un poco por su actitud.
—Ya,
bueno. Acabarás dándomelo. Lo sabes, ¿verdad?
—Eso
está por ver. —Me río.
Me
inclino sobre él para darle un suave beso en la mejilla y me dirijo hacia la
puerta. Cuando estoy rodeando el sofá, él se levanta y me acompaña hacia la
salida.
—Nos
vemos el lunes, entonces —dice él.
—Claro.
Hasta el lunes —respondo con una sonrisa.
Ay niñaaaa! Que me ha sabido súper a poco! Quiero saber máaaas! Jajajaja
ResponderEliminarPero a esta Elena qué le pasa que se va dejando ahí a ese maromo!! Asustada? Remordimientos? Si no quiere a Lucas que me lo mande a mi! Que le espero aquí encantada jajaja
Muy cruel haciendonos esperar otra semana más Charlotte! Esperemos que pase rápido!
Besitoooos!
Pd: Por qué no existe la opción nota de voz en comentarios? Deberían plantearselo en serio, yo y blogger nos llevaríamos mucho mejor...jajaj
Lo siento mucho, churriiii! Jajja
EliminarNo me di cuenta de lo corto que me había quedado este cap hasta que lo iba a subir....
Ya sabes, tienes pase VIP si quieres saber más, así que solo tienes que pedirlo! Jajajja
Me ha hecho mucha ilusión que me llamaras Charlotte, así me llaman mis amigos (además de Carlo, Carli y cosas peores que no pondré por aquí, ya que quiero conservar mi dignidad jajaja)
En cuanto a Elena... Ya sabes. Las mujeres somos complicadas y ella no iba a ser menos!
Un super besazo!!!
Pd. Ya sabes, ponte en contacto con blogger contándoles tu idea. A lo mejor te la compran y todo! Jajaj